TEMA 3.   LA COMPOSICIÓN FOTOGRÁFICA

3.1 – ELEMENTOS DE LA FORMA: PUNTO, LÍNEA, PLANO, FIGURA

De igual forma que el lenguaje verbal puede descomponerse en diversas unidades de distinta significación, también tenemos un lenguaje no verbal, visual, que puede constituir un alfabeto de significación. Es decir, que las imágenes podrían descomponerse en unidades de significación más pequeñas en función de algunos de sus componentes: color, línea...

Los elementos básicos son pues: el punto, la línea, el plano, el contorno, la textura y el color. Cada uno tiene características diferentes, lo que les permite desempeñar funciones determinadas dentro de la composición.

A - EL PUNTO.  

    Es la unidad mínima de comunicación visual, el elemento gráfico fundamental y por tanto el más importante y puede intensificar su valor por medio del color, el tamaño y la posición en el plano. No es necesario que el punto esté representado gráficamente para tomar fuerza, ya que en cualquier figura su centro geométrico puede constituir el centro de atención.

El punto está definido por su color, dimensión y, sobre todo, por el dinamismo que puede reflejar dependiendo de dónde lo situemos dentro del plano. Cuando vemos varios puntos dentro de una determinada composición, por el principio de agrupación, podemos construir formas, contornos, tono o color (como las imágenes de semitonos creadas con tramas de puntos para su composición).

Características del punto:

-        Tiene un gran poder de atracción cuando se encuentra solo.

-        Puede producir sensación de tensión cuando se añade otro punto y construyen un vector direccional.

-        Da lugar a la creación de otros conceptos como el color cuando aparecen varios puntos en el mismo campo visual.

Las posiciones más sugerentes del punto sobre el plano:

-         Punto central. es el centro de atención, contribuye a la sensación de equilibrio y orden.

-        Puntos laterales. Pierden estabilidad y ganan movimiento.

-         Dos puntos de igual tamaño. Aumenta la movilidad y rompe con la sensación de monotonía.

  

Se usa para:

a)    Agrupar elementos armónicamente en una composición (en la obra Jardín Floreciente de Monet, las flores son los puntos para este ejemplo).

b)    Como patrón; para repetir unidades que son semejantes (en la Orquesta de la Opera de Degas los puntos repetidos son las cabezas de los músicos).

c)    Como foco, como centro de interés principal en la obra de arte (el punto de interés en la obra Jesús Echando del Templo a los Mercaderes, del Greco, es la cabeza de Jesús). 

B – LA LÍNEA.

 

Sirve para conectar dos puntos en el espacio. Podemos definirla como la unión o aproximación de varios puntos. Casi siempre genera dinamismo y definen direccionalmente la composición en la que la insertemos. Su presencia crea tensión en el espacio donde la ubiquemos y afecta a los diferentes elementos que conviven con ella. Puede definirse también como un punto en movimiento o como la historia del movimiento de un punto, por lo cual tiene una enorme energía, nunca es estática y es el elemento visual básico del boceto.

Además, la línea separa planos, permitiendo crear diferentes niveles y volúmenes. La línea puede tener múltiples significados y distintas formas de expresiones, desde la conformación de figuras a otros significados como acción, dirección, movimiento, estabilidad... dependiendo de sus distintos grosores o valores también variará su significado. Es uno de los elementos gráficos más utilizados, ya que definen y delimitan las diferentes áreas de nuestra composición, además dirige la dirección de lectura dentro de una composición, haciendo que el espectador observe el lugar adecuado.

Es un elemento indispensable en el espacio gráfico, tanto para la materialización y representación de ideas, como para la notación. Tiene, en el grafismo, la misma importancia que la letra en el texto. Los elementos de la línea que con mayor facilidad podemos analizar y percibir son: el espesor, la longitud, la dirección con respecto a la página, la forma (recta o curva), el color y la cantidad. La constancia y la variabilidad afectan al conjunto de las dimensiones antes citadas, aunque también pueden referirse a la distinción entre la línea continua y la línea de puntos o a la naturaleza de los bordes (irregulares o lisos). Color y valores, forma y cantidad también son variables de uso del trazo.

Las líneas se pueden utilizar de muchas maneras y según su disposición:

-  Ayudan a organizar la información.

-  Pueden dirigir el ojo de sus lectores en cuanto a la organización

   de la disposición.

-  Pueden crear humor y el ritmo de un movimiento.

 

La línea además también nos provoca sensaciones, tiene mucha tensión; por lo tanto, tiene una gran capacidad para atraer la atención.

 

Las principales propiedades de la línea son:

     -        Contiene gran expresividad gráfica y mucha energía.

-        Casi siempre expresa dinamismo, movimiento y dirección.

-        Crea tensión en el espacio gráfico en que se encuentra.

-        Crea separación de espacios.

-        La repetición de líneas próximas genera planos y texturas.

 

  Podemos considerar diferentes tipos de líneas, cada uno de los cuales tiene sus propias cualidades:

 

I - Línea recta

Define el camino más corto entre dos puntos. Es poco frecuente en la naturaleza, donde predominan las líneas curvas (el universo en su totalidad es curvo), pero muy abundante en el entorno humano, que necesita de ellas para dar estabilidad a sus creaciones.

-        La línea recta horizontal expresa equilibrio, calma, equilibrio estable. No hay estabilidad sin una línea recta horizontal de referencia, una línea de horizonte, ya que nos movemos en un plano horizontal. La disposición horizontal de nuestros propios ojos hacen agradables a nuestra vista las imágenes apaisadas o con un formato horizontal, los ojos exploran de lado a lado más fácilmente. Nuestros ojos las interpretan como base y dan impresión de estabilidad y peso. La impresión de tranquilidad y calma resta dinamismo y potencia la sensación estática de la imagen.

-        La línea recta vertical sugiere elevación, movimiento ascendente, actividad. También expresa equilibrio, pero inestable, como si estuviera a punto de caer. Esto se puede corregir haciendo trabajar las líneas verticales con otras horizontales de apoyo, que les darán la estabilidad de que carecen. Una composición donde las verticales tengan cierto protagonismo aportará una mayor sensación de velocidad que otra imagen dominada por horizontales. En función del motivo que las produzca pueden interpretarse como barreras o transmitir sensaciones de fuerza. La combinación con horizontales que sirvan de base a las verticales conforman imágenes apacibles y estables.

-         La línea recta inclinada, por el contrario, expresa tensión, inestabilidad, desequilibrio. Parecen que están a punto de caerse. Dentro de las líneas inclinadas, la que forma 45º con la horizontal es la más estable y reconocible. El ojo humano percibe las diagonales como una posición antinatural, temporal y transitoria. De tal forma que nuestro cerebro imagina que dichas diagonales evolucionarán hacia verticales u horizontales. Por ejemplo, si vemos una torre inclinada (como la de Pisa) nuestro cerebro interpreta que está cayendo y por tanto en movimiento.

-        La línea Quebrada. Generada por un punto en movimiento que presenta cambios repentinos y constantes de dirección. Puede ser vista como signo de contradicción. Constituyen ángulos entrantes y salientes alternativamente.

II - Línea curva

    Es la línea más libre y la más dinámica de todas, pudiendo sugerir desde un movimiento perfectamente definido hasta un movimiento caótico, sin reglas. Dan sensación de movimiento y pueden ser abiertas o cerradas dando lugar a diferentes tipos de figuras: elipse, óvalo, rombo. Está muy asociada al ser humano, que escribe y dibuja casi siempre con líneas curvas.

III - Líneas mixtas.

Es la unión de todos los tipos de líneas vistas hasta ahora. Entendemos por líneas mixtas la utilización combinada de líneas curvas, quebradas,….

C – EL CONTORNO.

El contorno tiene como función dar volumen a los objetos que dibujamos o creamos por medio de unión o aproximación de líneas. La línea es el medio indispensable para visualizar lo que no puede verse o lo que sólo existe en nuestra imaginación. Mediante el dibujo en línea representamos un objeto simbólicamente eliminando toda la información superflua y dejando únicamente lo esencial.

Hablamos de contorno cuando el trazo de línea se une en un mismo punto. En la terminología de las artes visuales se dice que la línea articula la complejidad del contorno. Cuando la línea cierra un determinado espacio se crea una tensión entre el espacio y sus límites y es entonces cuando la línea tiene un gran poder de atracción. La característica principal del contorno es que son estáticos o dinámicos dependiendo del uso que se les dé o de las diferentes direcciones que éste adopte.

Las formas más generales del diseño provenientes de los principios básicos de verticalidad, horizontalidad, centro e inclinación, son el círculo, el rectángulo y el triángulo equilátero. Cada uno de ellos tiene su carácter específico y se les atribuyen diferentes significados.

 

Los contornos básicos, por tanto, son estos tres:

1.   El círculo: es una figura continuamente curvada cuyo perímetro equidista en todos sus puntos del centro. Representa tanto el área que abarca, como el movimiento de rotación que lo produce. Este contorno tiene un gran valor simbólico especialmente su centro. Y puede tener diferentes significaciones: protección, in estabilidad, totalidad, in finitud, calidez, cerrado... Su direccionalidad es la curva y su proyección tridimensional la esfera. Las modificaciones son el óvalo y el ovoide.

2.   El cuadrado: es una figura de cuatro lados con ángulos rectos exactamente iguales en sus esquinas y lados que tienen exactamente la misma longitud. Es una figura estable y de carácter permanente (aun cuando se modifica alargando o acortando sus lados). Se asocia a ideas de estabilidad, permanencia, torpeza, honestidad, rectitud, es mero y equilibrio. Su direccionalidad es la vertical y horizontal y su proyección tridimensional, el cubo en el caso del cuadrado y el paralelepípedo en el caso del rectángulo.

3.   El triángulo: equilátero es una figura de tres lados cuyos ángulos y lados son todos iguales. Es también una figura estable, con tres puntos de apoyo, uno en cada vértice, aunque no tan estático como el cuadrado. Su direccionalidad es la diagonal y su proyección tridimensional e l tetraedro. Puede tener un fuerte sentido de verticalidad siempre que lo representemos por la base. Se le asocian significados de acción, conflicto y tensión.

Todos los contornos básicos son fundamentales, figuras planas y simples que pueden describirse y realizarse de forma fácil. A partir de estos contornos básicos y mediante combinaciones y variaciones podemos construir todas las formas físicas e imaginarias que se nos ocurran.

 

Dependiendo de cómo coloquemos ciertas figuras podremos tener una sensación u otra, por ejemplo, el triángulo y el cuadrado si los representamos apoyados en la base nos dará una sensación de estabilidad y también de estatismo. Sin embargo, si lo representamos apoyado en uno de sus ángulos tendremos las sensaciones contrarias, inestabilidad y dinamismo.

El triángulo es menos estático que el cuadrado, ya que al tener cierta angularidad en sus lados que puede transmitir un movimiento ascendente o descendente. Cada una de las formas tiene asociada una dirección visual, así el cuadrado y rectángulo llevan asociado la horizontalidad y verticalidad, el triángulo la horizontalidad y dirección diagonal y el círculo la curva y la sensación de rotación. El dominio de la referencia horizontal vertical facilita la sensación de equilibrio, al contrario del dominio de la dirección diagonal que constituye la fuerza direccional más inestable.

Cada uno de los contornos que hemos visto anteriormente expresan tres direcciones visuales básicas con un fuerte significa do asociativo, así pues:

 

-         El cuadrado expresa la horizontal y la vertical: que constituye la referencia primaria con respecto al equilibrio y bienestar tanto psicológicamente para el hombre como para todas aquellas cosas que se construyen.

-         El triángulo la diagonal: también hace referencia a la estabilidad, pero en sentido opuesto ya que la diagonal es la fuerza direccional más inestable y provocadora. Su significación es amenazador y subversivo.

-         Y el círculo la curva: Las fuerzas direccionales curvas tienen significados asociados al encuadramiento la repetición y el calor.

 

 

Otros conceptos relacionados con los elementos de la forma son:

 

-         El plano: permite fragmentar y dividir el espacio, de esta forma podemos delimitar y clasificar las diferentes zonas de nuestra composición.

-         La textura: consiste en la modificación o variación de la superficie de los m ateriales utilizados, ya sea de una forma visual o táctil. Sirve frecuentemente para expresar visualmente las cualidades de otro sentido, el tacto. "Cuando hay una textura real, coexisten las cualidades táctiles y ópticas, no como con el tono y el color que se unifican en un valor comparable y uniforme, sino por separado y específicamente, permitiendo una sensación individual al ojo y a la mano, aunque proyectemos ambas sensaciones en un significado fuertemente asociativo" Dondis.

-         Escala: todos los elementos visuales tienen capacidad para modificar y definirse unos a otros, esto es lo que denominamos escala. Lo veremos más adelante.

-         Dimensión: la dimensión existe en el mundo real. No sólo podemos sentirla, sino verla a través de la visión estereoscópica binocular. En las representaciones bidimensionales se simula mediante la técnica de la perspectiva. La perspectiva utiliza la línea y fórmulas y reglas exactas para crear los efectos volumétricos e intentar representar la realidad.En la fotografía predomina la perspectiva. La lente tiene propiedades parecidas a las del ojo excepto en que éste tiene una visión periférica mucho más amplia y que la cámara intenta emular a través de los objetivos o de las lentes de ojo de pez.

D – OTROS ELEMENTOS.

 

Cuando un artista realiza una obra, debe decidir cuánto dinamismo desea dar a su trabajo. La situación del eje de las figuras es la clave para conseguir esa sensación o para reflejar un escenario estático. Para concretar esto, tenemos:  

 

I - Concepto de eje sentido.

El eje sentido es la vertical que dibujamos inconscientemente sobre cada objeto. Podemos decir que el eje sentido nos divide los objetos y los cuerpos en dos partes totalmente semejantes y dependiendo de cómo sea ese eje nos dará sensación de dinamismo, tensión,… Según las figuras se alejen de lo vertical, van adquiriendo más dinamismo.

II - Ritmos internos: representación del movimiento.

 

 Ritmo interno se puede definir como las líneas imaginarias que resumen la estructura y dinamismo de una forma. Es el responsable de la sensación dinámica de las formas, de su sensación de movimiento.

3.2 – EL PESO VISUAL

El peso visual es la capacidad que tiene un elemento visual para captar la atención del espectador. Cuanto más llama la atención algo, más peso visual tiene.

 Una imagen tendrá mayor o menos peso visual dependiendo también de su situación en el campo gráfico y de su ritmo interno, ya que cuanto más dinámico, más peso visual tendrá. Pero sobre todo, lo que tiene más peso visual es lo excepcional, lo especialmente atractivo.

Como en la naturaleza o el universo, el peso visual es el que determina, en última instancia, el poder de atracción gravitatoria de cada elemento de la composición. Existe cierta confusión entre tener peso y aguantar peso, conceptos que son, sin embargo, curiosamente contrapuestos. Se dice, por ejemplo, que un objeto pesa menos en el lado izquierdo del cuadro que en el derecho y, a la vez, que el lado izquierdo aguanta más peso que el derecho; y es que aguantar más peso significa que las cargas soportadas, siendo las mismas, se aligeran de parte de su densidad visual, es decir, pesan menos. Sin embargo, el peso visual es una cualidad del objeto que difícilmente puede medirse, dado que son muchos los factores que influyen en él alterando toda posible cuantificación, salvo la que pueda arrojar la muy fina balanza de la retina del pintor. En el peso visual influyen, entre otros, los siguientes factores:

-     Tamaño. A mayor tamaño corresponde mayor peso (fig. 2).

-     Color. Los colores cálidos, como el rojo, pesan más que los fríos, como el azul.

 

-     Ubicación:

o    Una posición fuerte sobre la armazón estructural (es decir, bien centrada o en coincidencia con alguno de los ejes principales horizontal-vertical y las diagonales) puede aguantar más peso que otra descentrada o alejada de dichos ejes (fig. 3).

o      A mayor profundidad o lejanía, también corresponde mayor peso (fig. 4).

o       Arriba pesa más que abajo (fig. 5).

o       A la derecha pesa más que a la izquierda (fig. 6).

-         Tono:

o       Los tonos claros sobre fondo oscuro pesan más que los oscuros sobre fondo claro (fig. 7).

         o       A igualdad de fondo, es más pesado el tono

                    que más contraste (fig. 8).

o       Una zona negra tiene que ser mayor que otra blanca para contrapesarla (fig. 9).

-         Forma:

o   La forma regular es más pesada que la irregular (fig. 10).

o   La compacidad de la forma respecto a su centro es más pesada que la dispersión de la misma (fig. 11).

          o  La orientación vertical es más pesada que la

                       oblicua, y ésta, a su vez, es más pesada que

                       la horizontal (fig. 12).

-         El interés intrínseco de la forma.

o       Por el tema representado, en función de los deseos y temores del espectador. Por ejemplo, una cabeza, como soporte de la mente, pesa mucho en el cuadro (fig. 13).

o       Por su complejidad formal u otro factor; la propia pequeñez puede ejercer fascinación, aumentando el peso (fig. 14).

 

-         El conocimiento previo de la densidad o resistencia de los elementos representados, por lo que atribuiremos algo más de peso a la representación de una bola de plomo que a la de otra de cristal; factor discutible, según Arnheim. (fig. 15).

Lo que diferencia al peso visual del resto de las fuerzas visuales es que se trata de una característica intrínseca de cada elemento de la composición, mientras que otras fuerzas pueden actuar con independencia del objeto que las produce o sobre el que se aplican. Los elementos que componen una fuerza visual son tres, como en los vectores descritos por la física: punto de aplicación, intensidad y dirección. Estos elementos pueden ser inducidos por determinantes no visibles, por ejemplo la dirección izquierda-derecha de lectura de la imagen o las direcciones de mirada de los personajes representados. Según esto, podríamos definir el peso visual como una clase de fuerza visual inseparable de las figuras, que se caracteriza por un punto de aplicación en el centro de gravedad del objeto, una intensidad debida a los factores ya enumerados y una dirección que es siempre vertical y hacia abajo. En las demás fuerzas visuales, sin embargo, la dirección depende de alguno de los siguientes factores:

-        Atracción del peso de los elementos vecinos; así, entre dos objetos próximos podemos localizar el vector resultante de la interrelación de sus campos gravitatorios, en función del peso (fig. 16).

-         Atracción de los ejes de los esqueletos estructurales de las formas; los ejes longitudinal y transversal suelen decidir la dirección del vector que resulte de la atracción o repulsión entre los objetos (fig. 17 ).

-        Líneas visuales o direcciones de mirada; resultan alteradas por variaciones mínimas en la posición relativa de las pupilas del sujeto representado, orientación de su cabeza, disposición general del cuerpo, objetos próximos de interés, influencia de las diagonales, etc. (fig. 18).

-        Influencia de los cuatro ejes fundamentales de la representación (horizontal, vertical y diagonales); estos ejercen una poderosa atracción que desvía hacia sí cualquier otra fuerza menor en las zonas próximas a ellos (fig. 19).

3.3 – SINTAXIS DE LA IMAGEN: LA COMPOSICIÓN

 

Existen tres acepciones principales del término composición cuando éste se aplica a las artes plásticas. La primera de ellas tiene un sentido descriptivo ligado a un orden determinado, sin especificar qué clase de orden ni qué valor alcanza. En este sentido, todo cuadro, imagen o configuración visual es una composición o, lo que es lo mismo, un conjunto organizado de elementos. Una pintura de Rafael, lo mismo que un árbol, una catedral o un rostro, son objetos que cuentan, contemplados como puras imágenes, con un orden que les es propio, basado en una determinada composición de sus elementos. Este orden, además, puede ser resumido en un sencillo esquema en que se engarzan distintas masas y fuerzas visuales. En una segunda acepción, la composición es un saber o habilidad del oficio de pintor, que permite colocar adecuadamente las distintas figuras sobre el lienzo, con el fin de optimizar las relaciones dinámicas entre ellas y respecto al todo. Se trata de una destreza antigua, de sólida base intuitiva, que ha sido enriquecida por las tradiciones de los estilos. Por último, el tercer significado de composición hace referencia a un apartado de los estudios sobre arte que puede compararse al de la sintaxis en los estudios lingüísticos.

   

A - COMPOSICIÓN Y COMPONER

 

La utilización del verbo componer -acción asociada a un compositor- suele depender de la rama del arte a que se aplique, en grado superior que la del sustantivo composición. En música, por ejemplo, componer se utiliza con mucha más naturalidad que en pintura. Así como el músico que compone no está interpretando, el pintor que pinta -o interpreta- tampoco puede decirse que esté componiendo. Entonces, ¿cuándo compone el pintor? Componer implica una búsqueda creativa supeditada, por tanto, a la disciplina del error-ensayo definida por Popper. El músico tantea diversos caminos, cada uno de los cuales se bifurca en otros, y éstos en otros, sucesivamente; sin embargo, carece de un mapa del terreno o de alguna señalización que le indique el camino más adecuado. Sólo adentrándose en cada uno de ellos podrá averiguar si es o no el correcto, por el procedimiento empírico de cotejarlo al piano; si no lo fuera, deberá retroceder hasta la última encrucijada y probar con el siguiente. El músico compositor avanza, como cualquier creador, sin otra ayuda que su especial talento para discernir lo bueno de lo malo, o lo que es lo mismo, entre puros valores de apreciación.

Del pintor, sin embargo, sólo se dice que compone en la fase de bocetos previa a la pintura, porque después ya no compone sino que simplemente pinta. Aunque su disciplina esté sujeta al mismo procedimiento del error-ensayo (dirigido, como en toda creación, por el proceso primario), la estructura general o composición de la obra no interfiere tanto en el avance de la pintura como en las artes de carácter secuencial (música, danza, poesía, teatro, etc.), ya que un mero apunte o idea son suficientes a veces como punto de partida. Las decisiones posteriores del pintor durante su trabajo están supeditadas a una cierta estructura establecida desde el principio, pero no por ello puede decirse que el pintor esté componiendo sino, en todo caso, interpretando la composición. Dorris Dondis escribía en La sintaxis de la imagen: «En las formas visuales, el componente abstracto correspondiente a la música es la composición, se trate de la propia declaración visual o de su subestructura. Lo abstracto transmite el significado esencial, pasando desde el nivel consciente al inconsciente, desde la experiencia de la sustancia en el campo sensorial directamente al sistema nervioso, desde el hecho a la percepción»

Aunque los dos momentos del ejercicio musical, composición e interpretación, lleguen a fundirse en las llamadas improvisaciones -concepto ligado a estilos modernos como el jazz-, ambos se encuentran generalmente separados. También en la pintura tradicional, aunque de modo menos tajante (los grandes maestros siempre han utilizado sus dotes de improvisación), el momento de la composición -bocetos preliminares, grisalla- se hallaba nítidamente separado del momento de la interpretación -aplicación de color y veladuras-. Sin embargo, la polisemia de la palabra composición aplicada a la pintura también revierte cuando se aplica a la música. En el conservatorio, por ejemplo, se enseña Composición como materia independiente que enseña el arte de crear obras musicales, para que el alumno, precisamente, pueda llegar algún día a realizar sus propias composiciones, que ya no se refieren a un modo o arte de la composición sino a su producto final.

También en literatura, composición se emplea en distintos sentidos, uno de los cuales corresponde al primero de los ya descritos en pintura; es decir, el que designa a cualquier obra ya acabada -y en este caso, breve- que es vista como una unidad en sí, sea un poema o un ejercicio escolar. En la escuela, redacción y composición se emplean indistintamente para designar breves ejercicios de estilo en que la composición -como orden o suma de pocas palabras bien puestas- es en sí mismo el valor predominante, al contrario que en la novela o el ensayo, donde el contenido, la trama o el estilo dominan sobre otras consideraciones. Así, componer el poema o el texto breve adquiere a veces la plasticidad -por la ordenación casi abstracta que se hace de los elementos- del trabajo de un cajista de imprenta, que también compone los textos con cierta independencia de su contenido. En Lengua, la composición de palabras tiene, además, el significado más preciso de «procedimiento de formación de palabras mediante la unión de dos o más elementos con valor independiente; se trata generalmente de nombres, verbos o adjetivos a los que se añaden, bien afijos o raíces cultas, bien otros nombres, verbos o adjetivos» (María Moliner, Diccionario de uso del español). Los significados de mezcla o compuesto son también los principales de la palabra composición en el lenguaje común, y en campos que nada tienen que ver con el arte, como la química, las matemáticas o las ciencias sociales.

De hecho, en las más variadas ramas del conocimiento, asistimos a un mismo interés por descomponer el objeto de estudio en sus unidades mínimas, desde las partículas subatómicas en la física del átomo a las cadenas del ADN en la biogenética; desde los componentes del clima en la meteorología a los factores conductuales en psicología...; con la ambición secreta, quizás, de hacerse con la gramática de la Creación. En este sentido, la informática está contribuyendo a acelerar la descomposición y recomposición de cualquier campo de estudio, a partir de esas unidades mínimas de información susceptibles de ser digitalizadas. En arte, el equivalente de esta tendencia hiperanalítica lo aporta la semiótica, en el plano teórico, y la digitalización de la imagen, en el pragmático. El denominador común de todos estos estudios es el énfasis puesto en la composición: composición química, composición molecular, composición atómica, composición fenoménica, composición de fuerzas, composición del azar en la teoría del caos, composición del cosmos, composición estructural de resistencias, composición social, composición de las tendencias económicas..., todo parece remitir a la misma búsqueda incansable de las teclas que mueven el mundo de la materia.

B – LAS LEYES COMPOSITIVAS

 

Las leyes compositivas han ido variando con el tiempo, y desde las normas estrictas de periodos como el Románico, se ha llegado en la actualidad a una mayor libertad compositiva. No obstante, todas las leyes de la composición siguen siendo válidas y son utilizadas en mayor o menor medida. Las reglas compositivas más conocidas son:

 

I - Simetría Axial. Los elementos se distribuyen a ambos lados de un eje imaginario situado en la mitad del soporte. El peso de los elementos debe ser el mismo para que dé el equilibrio buscado.

II - Simetría Radial. En la simetría radial existen varios ejes, todos ellos parten de un punto situado en el centro de la obra, y las figuras representadas están regularmente dispuestas en relación a cada uno de los ejes.

III - Ley De La Balanza. El esquema compositivo resultante es semejante a la figura de una balanza de cuyos extremos penden dos platillos. El fiel de la balanza está situado en la mitad del cuadro, y es en este espacio central donde se representa la figura de mayor jerarquía e importancia.

IV - Ley De Composición De Masas. No se basa en la simetría, sino que se fundamenta en el equilibrio de los pesos visuales. El color, el tamaño y la posición de las formas son factores que posibilitan la creación de un equilibrio asimétrico.

V - Uniformidad De Masas. Cuando la obra está formada por un conjunto de elementos iguales (homogeneidad). La igualdad de los elementos no implica que tengan la misma forma, el mismo color, o idéntica textura. La composición constituye un todo uniforme. No existe jerarquía en las formas, todas tienen la misma categoría e importancia

VI - La Sección Áurea.  Es una fórmula matemática que permite dividir un todo en partes proporcionalmente armónicas de gran belleza y elegancia visual. Puede utilizarse en diversos trazados geométricos, como la división de un segmento en dos partes desiguales, la construcción de rectángulos áureos, trazado de triángulos áureos, etc. Los griegos utilizaban la sección áurea no sólo en sus pinturas sino también en sus construcciones arquitectónicas. Esta ley se ha seguido empleando a lo largo de la historia del arte con mayor o menor consideración según épocas.

El Rectángulo áureo, también denominado rectángulo de oro o rectángulo Φ, es el rectángulo cuyos lados están en razón áurea. Si b y h son los lados, b/h = Φ. Para construirlo a partir de un cuadrado de lado AB, basta con determinar el punto medio M de uno de los lados AB, y trazar, con centro en el punto M, una circunferencia que pase por uno de los vértices C del lado opuesto.

Leonardo da Vinci, en su cuadro de la Gioconda (o Mona Lisa) utilizó rectángulos áureos para plasmar el rostro de Mona Lisa. Se pueden localizar muchos detalles de su rostro, empezando porque el mismo rostro se encuadra en un rectángulo áureo.Hoy en día la sección áurea se puede ver en multitud de diseños. El más conocido y difundido sería la medida de las tarjetas de crédito, la cual también sigue dicho patrón, así como nuestro carné de identidad y también en las cajetillas de cigarrillos.